La luz desciende, esperando tras la pared tus pies necesitan huir. Las fuertes palpitaciones del corazón ahogan cualquier pensamiento. Perdida entre millones de emociones que se agolpan en tu interior. Dentro te esperan en silencio, te acompañan con sus miradas que se convierten en palabras y la conexión aparece. Tu mirada se pierde, perdida en otro lugar donde el miedo, los nervios y multitud de sensaciones toman el poder. Tu respiración falla y te sientes a punto de desfallecer, tu cuerpo tiembla y sientes como pierdes el control..
La luz se apaga, las primeras notas de la música empiezan a sonar, es tu turno, comienzas a avanzar hacia el centro del escenario y cada paso es un caos, llegas a la posición y la luz te envuelve poco a poco, con dulzura y cariño... entonces es cuando la magia aparece, regresas de ese lugar y te encuentras contigo mismo y todo fluye, aparece el niño que llevamos dentro, el que nos empeñamos en ocultar y que en ocasiones pensamos que ha desaparecido. El niño juega, se divierte, disfruta del momento, saboreándolo...
Llegamos al final disfrutando de una realidad distinta, nuestros cuerpos flotan rodeados de una energía mágica, nuestros ojos brillan con gran intensidad, intentan transmitir la magia que sentimos dentro.
Nuestro verdadero “YO” nos posee dejando a un lado los reproches, los anhelos, los miedos, las vergüenzas, las disputas... únicamente estás ahí, mostrándote sin armaduras..
Sensaciones que difícilmente se pueden explicar y que nunca se podrán olvidar.
ssava
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